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Publicado: 13 de Junio de 2020
Estábamos absortos en un reparto del tiempo enloquecido, con un nivel de consumo exagerado y de repente nos ralentizamos. Nos llega un virus que recuerda a los atracadores de antes cuando asaltaban los caminos con el grito de “la bolsa o la vida”. Y parece que podemos elegir. Que si entregamos la bolsa se nos perdona la vida y si entregamos la vida…
Parece que podemos elegir, sin embargo, esta pandemia nos ha hecho tomar mayor conciencia de la vulnerabilidad que tenemos como seres humanos. Pero admitir la vulnerabilidad asusta, y con el deseo de sentir cierto control, empezamos a mirar pequeñas diferencias que nos alejan del otro. Empezamos a mirar lo que de ti me puede dañar en mi narcisismo.
Familias que tenían ciertas fisuras y ahora ven que son grietas, parejas con mentiras tapadas, comportamientos violentos, ansiedad aumentada, estrés postraumático, el sueño no es reparador… y tantos duelos complejos. Todo el mundo llegó a esto con su propia mochila, esa mochila se siguió cargando, y pesa. A veces necesitamos ayuda para llevarla, para colocarla mejor o sacar de ella lo que ya no es necesario.
Y pensar en nuestra vulnerabilidad como compañera de vida. Si no podemos elegir del todo, al menos necesitamos encontrar un sentido a lo que ocurre, a nuestra forma de afrontarlo. Buscar un motivo que me diga, dónde poner mi energía.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.