/photos/449/449316975/1638120916680.png)
Publicado: 28 de Noviembre de 2021
Cuando mi padre se ponía a chillar, nos escondíamos en mi habitación y cerrábamos el pestillo. Él abría la puerta a golpes. Me sacaba de allí a gritos, me cogía del pelo y me arrastraba fuera de mi habitación.
En casa nadie teníamos ni voz ni voto. En casa estábamos retraídos, con miedo a decir algo que pudiera enfadarle. Pensando que lo mejor era no hablar, no hacer ruido, ser invisible. Vivíamos en un constante temor a cometer un error.
Los niños necesitan un ambiente seguro y estable para poder desarrollarse de manera integral. Seguridad y estabilidad, justamente faltan en los hogares donde se vive violencia de género.
Tu casa se convierte en un lugar donde pasas miedo, donde hay incertidumbre porque no sabes qué va a pasar esta noche o mañana. No sabes cómo va a venir papá hoy, cariñoso o enfadado y ejerciendo violencia.
Testimonio de un adulto que fue niño víctima de violencia de género: “Si tu casa es el pilar en el que asientas tus creencias y tus padres la fuente de confianza y amor. Yo ¿de dónde lo saco? ¿por dónde empiezo? Cuando aprendes que no puedes fiarte de tu familia ¿Cómo te enfrentas luego a una relación? ¿y al mundo?... con muchas inseguridades. Cuando creces pensando que no vas a tener ayuda de nadie es normal que no lo pidas. Ojalá hubiera podido pedir ayuda con seis años. Ojalá alguien hubiera venido a ayudarnos a mi madre y a nosotros.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.