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Publicado: 17 de Marzo de 2019
Para las obligaciones cotidianas y los proyectos nuevos siempre vale el mismo truco, ponerse y hacerlo. Dejarse de excusas que solo servirán para retrasar la tarea, hacernos sentir mal y al final hacer trabajos para salir del paso, sabiendo que se podrían haber hecho mejor.
Toda tarea conlleva una fase de planificación. Investigar, pensar y organizar antes de hacer es imprescindible para no ir por la vida como pollo sin cabeza.
Ese trabajo personal luego se pondrá en equipo. Tirar de papel y lápiz ayuda a concretar para avanzar. Podemos introducir el pensamiento crítico, bien elaborado, para aportar beneficios constructivos. Digo bien elaborado, claro, porque si solo se pretende descalificar al otro sin aportar nada, para camuflar mi falta de trabajo personal, entonces no facilitaremos que el proyecto avance y el ambiente quedará enrarecido cuando menos.
Esta situación se da de igual manera en equipos de trabajo y en las familias, cuando alguien no arrima el hombro y todo son excusas, los demás le perciben como una persona descuidada y perezosa.
Una pista: organizar los plazos de manera realista, sabiendo que todo lleva su tiempo y que puede ser más del que yo estimo. Además, buscar el motivo por el que acepté realizar esa tarea. Quizá estoy siendo sometido a un ritmo demasiado severo, o creo que no tengo capacidad para hacerlo, o no me apetece. Si sé cual es el origen de la procrastinación podré resolverlo.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.