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Publicado: 5 de Diciembre de 2021
Fue el bello y vanidoso Narciso, personaje de la mitología griega, incapaz de amar a otras personas, que murió por enamorarse de su propia imagen, quien inspiró el término narcisista. Un trastorno que genera no pocos problemas tanto al aquejado como a sus víctimas. Porque, el narciso necesita víctimas, trofeos.
Los rasgos narcisistas no siempre son fáciles de reconocer y, con moderación, no tienen por qué ser un problema. Son comportamientos egoístas, poco empáticos, a veces un tanto exhibicionista, de personas que quieren ser el centro de atención, ser reconocidas socialmente, que suelen resistirse a admitir sus fallos o mentiras y que se muestran como extraordinarias, aunque su autoestima, sea en realidad baja.
¿Quiere decir que no hay que pensar a lo grande? No exactamente. Cultivar cierto ego saludable es beneficioso. Lo que diferencia a un narcisista es su componente perverso, que le genera la necesidad de destruir la imagen de otro al tiempo que intenta mejorar la suya.
Su mayor fracaso es el de no conseguir atraer a los demás al registro de la violencia.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.