/photos/449/449316975/1658658464468.png)
Publicado: 24 de Julio de 2022
Te encuentras en medio de un atasco y no te da tiempo a llegar a esa cita tan importante. Pero además llegarás tarde a la comida y todo el trabajo de la tarde se retrasará. Las cosas se te acumulan, te falta tiempo y casi no descansas. Corres de un lado a otro desbordando actividad, pero tu organismo empieza a quejarse.
Te sientes agobiado, nervioso, sobrecargado, camino del agotamiento y para colmo te ha salido un eczema en la cara.
Cuando estamos cansados, en lo primero que solemos pensar es en tomarnos un aporte vitamínico para reforzarnos físicamente. Pero ¿y si el origen de ese agotamiento estuviera producido por el estrés?
El estrés es una respuesta de activación del organismo ante el peligro. Evolutivamente es imprescindible, pues es el motor para adaptarnos. Cuando es una reacción a un hecho concreto, el objetivo es poner nuestro organismo a punto para responder a la demanda y está bien. Pero cuando deja de ser una respuesta concreta para convertirse en algo habitual, conlleva consecuencias que afectan a nuestra calidad de vida.
¿Cuál es la solución? Sabemos que la fatiga empieza en la cabeza, según el valor que le damos a las cosas cotidianas que nos ocurren. En la mente hacemos planes, elucubraciones imaginarias y mil combinaciones. Y así podemos crearnos problemas que no tienen solución real. Si logramos frenar la escalada de nuestra imaginación y establecer prioridades a cada momento, podremos evitar el estrés crónico.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.