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Publicado: 12 de Junio de 2022
Es la más absoluta indiferencia ante todo. El tono emocional se mantiene embotado, acompañándose de desapego. Este trastorno puede surgir de pronto o enlazarse con el aburrimiento, entrando a formar parte de un círculo vicioso, que se autoalimenta y del que cada vez es más difícil salir. Cuando más aburrido se está, menos ganas de hacer cosas se tiene, y cuando más inactivo y apático se siente uno, más se aburre.
La apatía definida como falta de impulso a la actividad es un claro síntoma depresivo. Pero sin entrar dentro de los trastornos mentales, la apatía puede afectar a cualquier persona en un momento dado por muy diversas causas.
Por ejemplo, si llevamos una vida monótona, sin novedades ni incentivos, podemos caer en una pérdida de toda atracción e interés generalizado. Esto puede ocurrir en el ámbito del trabajo, en la vida de pareja, la amistad, la familia, las diversiones…
O el exceso de trabajo. Tras un periodo de esfuerzo excesivo se puede generar un agotamiento físico y psicológico que impida responder a las exigencias habituales. En este caso la apatía puede derivar de una falta real de fuerzas para actuar.
En cualquier caso, cuando aparece, hay que reconocerla como tal, evitando falsas justificaciones. Descubrir el origen, abordarlo directamente y planear actividades gratificantes son claves para vencerla.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.