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Publicado: 25 de Junio de 2023
Es la dificultad para conciliar el sueño, permanecer dormido durante la noche o despertarse demasiado temprano en la mañana. La Sociedad Española de Neurología calcula que el 48% de la población adulta y el 25% de la población infantil no goza de un sueño de calidad. Y que más de cuatro millones de españoles sufre un trastorno grave de sueño o, directamente, padece insomnio crónico.
Los episodios de insomnio pueden aparecer y desaparecer o ser duraderos. El confinamiento de la pandemia, se convirtió en una situación perfecta para fabricar personas con problemas para dormir: la angustia del encierro, el miedo al contagio, el temor a perder el trabajo o las malas noticias no ayudaban precisamente. Y a estos miedos hubo que sumar una serie de malos hábitos reunidos durante la época en que vivimos metidos en casa: horarios caóticos o falta de horarios, ausencia de exposición a la luz solar, ausencia de actividad deportiva…
A corto plazo, la falta de sueño produce cansancio, fatiga, irritabilidad, perjudica la atención, merma la capacidad para resolver problemas y a la vez estimula una tendencia peligrosa a sobrevalorar nuestras propias capacidades. A largo plazo, desemboca en diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, y una probabilidad alta de hundirse en una depresión.
Hay quien llega al insomnio porque se deprime y quien se deprime porque padece insomnio. Es un bucle dañino y frecuente.
Existen tres P alrededor del insomnio:
1.- Predisposición: la tendencia de ciertas personas nerviosas, perfeccionistas, con una hiperactividad fisiológica, a no poder desconectar.
2.- Precipitante: Un suceso que genera preocupación. La pérdida de un trabajo, la muerte de un familiar, un divorcio… Es normal perder el sueño durante un tiempo por cosas así. Lo que deja de serlo es que la situación se cronifique.
3.- Perpetuante: la preocupación se vuelve circular, absorbente, no remite con el tiempo. A uno le asaltan los pensamientos rumiantes nocturnos, la ansiedad anticipatoria” que no es sino la angustia que experimenta uno porque presiente que no se va a dormir y corroborar que efectivamente uno no se duerme debido a esa angustia. Este mundo está lleno de pensamientos circulares.
Cuando los problemas de sueño no son una situación puntual, siempre es necesario consultar con tu médico.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.