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Publicado: 7 de Marzo de 2021
La admiración y el sometimiento, en ocasiones, tienen una relación muy estrecha que puede abrir la puerta al maltrato. A veces, una cara airada del otro nos paraliza.
Es la sumisión al otro lo que nos impide ser como somos, desarrollar nuestro potencial. Determina que nos adaptemos a las necesidades del otro, a las preferencias del otro, y desarrollemos un falso yo. Una identidad que no corresponde a nosotros sino a lo que nos es solicitado.
En estas situaciones nuestra comunicación parece torpe, ineficaz, como atrapada en un bucle del que es difícil salir. Nuestra capacidad para asumir la responsabilidad de nuestra propia vida queda anulada.
Las personas que están sometidas, saben que lo están. Todo su entorno lo ve claro y se lo dice. Pero no saben deshacerse de ese comportamiento. El trabajo en psicoterapia consiste en conocer y desmontar las raíces que sostienen ese proceso de sumisión.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.