/photos/449/449316975/f99667d19e564b92b949b4bb4b86e6b4.jpg)
Publicado: 7 de Enero de 2019
Imagínate empezar el año con fuerza, con buenos propósitos, unos antiguos y otros nuevos ¿por qué no hacerlo así?
Es una buena costumbre, casi podríamos convertirlo en ritual de cada año, regalar de manera consciente, algo de nuestro tiempo a pensar qué nos gustó del año que termina, para conservarlo, para repetirlo si es posible. Recordar qué personas formaron parte de él, qué proyectos nos absorbieron, cuántas risas nos llegaron de repente sin poderlas controlar. Seguramente, de manera automática, casi sin desearlo, también nos vendrá a la cabeza algún mal momento, alguna decepción.
Todo forma parte de la vida, para qué negarlo, pero pongamos nuestra cabeza, nuestro esfuerzo en cuidarnos. Y para ello ofrezcamos el tiempo adecuado a unos y otros asuntos. Una parte generosa a los primeros, a los que nos hacen sonreír y nos dan fuerza para afrontar el futuro y una parte menos generosa a los segundos, a los que nos dejan mal sabor de boca. Dediquemos a éstos últimos el tiempo necesario para aprender de ellos y para despedirlos, ni un minuto más.
Con esa base enfoquemos el nuevo año. Concediendo más tiempo a pensar lo que queremos hacer, lo que nos apasiona. Atreviéndonos a soñar qué nos gustaría que trajese el nuevo año. Y tomando parte en esos sueños, hagamos lo posible por cumplirlos, siendo protagonistas activos de nuestra vida.
Imaginar es posible, todos podemos hacerlo.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid