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Publicado: 21 de Noviembre de 2021
A veces pensar que podemos con todo de forma puntual hace que entremos en una dinámica de dar más del 100% durante largos periodos de tiempo, lo que a la larga disminuye la productividad y aumenta el malestar. Me cuenta J. “He llegado a encadenar jornadas de 10 y 11 horas en la oficina durante meses. Pero ya no puedo más.
La sobrecarga laboral conlleva consecuencias tanto para la salud física como para la salud mental. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la ansiedad, el insomnio, dificultad para concentrarse tanto en el trabajo como fuera de él y un bajo estado de ánimo.
Para Andrés el punto de inflexión fue el nacimiento de su hija. “En sus primeros meses de vida yo tenía tal presión que mi prioridad no era atender a la niña, sino que estaba esperando a que se fuera a dormir para trabajar. Un día, cuando tenía cinco meses, llegué con mucho estrés a casa y la niña no paraba de llorar. Me puse a gritarles a la niña y a la madre porque tenía que atender una llamada”.
Es un estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes, estrés crónico e insatisfacción laboral.
CUÁNDO PARAR
Hay señales de alerta clave como cuando llegamos a casa y no queremos interactuar con las personas que son importantes para nosotros o cuando sentimos que hemos dejado toda la energía en el trabajo y nos impide seguir asumiendo nuestras responsabilidades diarias.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.