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Publicado: 4 de Diciembre de 2022
“Me dijeron que algo no había ido bien y que tenía parálisis cerebral”. Fue la primera vez que Inés escuchaba esas palabras y también fue el inicio de una nueva vida, repleta de miedos, retos y también de risas, pequeñas gestas cotidianas y celebraciones.
Tiempo atrás, el comportamiento de estos niños se veía como cosa de brujería; que también afectaba a otras personas. Si, por ejemplo, pasabas tiempo con esa familia, o incluso si tocabas al bebé, muchos creían que podías contagiarte.
“Antes de dar a luz trabajaba, pero ya no puedo hacerlo; tengo que cuidar de mi niña. Su padre me abandonó cuando nació. No aceptó su discapacidad. Me dijo que había sido culpa mía y se marchó”. El de su marido no fue el único rechazo.
Muletas, sillas de ruedas, convulsiones del cuerpo al caminar al manipular objetos cotidianos, dificultad en la comunicación, en las habilidades motoras y sensoriales para lidiar con el día a día. Y, sin embargo, muchos de ellos nos cuentan que el estigma es lo peor, la mirada de los demás, el rechazo.
El 15% de la población mundial tiene alguna discapacidad. Un colectivo al que todos podemos pertenecer en algún momento. Que no sea otro ser humano el que añada dificultad a ese camino ya difícil de por sí.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.