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Publicado: 9 de Mayo de 2021
No todas las familias son iguales, hay una pluralidad enorme. Sin embargo, la mayoría de los conflictos se dan en las tareas cotidianas. Cómo repartimos el tiempo, las obligaciones, el ocio. “Ponemos la lavadora” “qué más da, la ponemos luego” “Hay que cocinar”, “qué más da, comemos cualquier cosa” “hay que recoger” “pero si está perfecto”, “salimos de paseo o a comer fuera”,” no me apetece” ….
Y la pareja empieza el reto de cimentar su propia historia familiar. Cómo escuchamos, cómo llegamos a acuerdos, cómo construimos un espacio común. Cada pareja puede acordar lo que quiera, salvo que sea perjudicial para el menor. Si el padre y la madre no se hablan, si hay crisis familiares todos los días o todas las semanas, el hijo entra en situación de riesgo
.
A mayor conflicto de pareja, mayor probabilidad de disciplina negativa, de inconsistencia en la disciplina, en la protección. Algunos papás dicen “a mi hijo no le falta de nada”. Alimentar es todo, es comida, ropa, una vivienda cálida, sanidad, educación, seguridad… todo lo que el menor necesite.
Si el menor crece en un ambiente de conflicto permanente, aprenderá que el mundo es un lugar inseguro. Y su capacidad de adaptación se verá influida por la percepción que tiene del conflicto de sus padres.
A todos nos pasan cosas y hay que auto mirarse con reflexión. Ser conscientes de que nuestros actos afectan a los demás. Yo diría que siempre, pero sobre todo cuando en casa hay peques, la paz familiar, es el objetivo.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.