/photos/449/449316975/1680454011159.png)
Publicado: 2 de Abril de 2023
Con tantas prisas, no conseguimos pensar. Incluso parece que no quisiéramos hacerlo o que no pudiéramos ya.
Todo tiene su tiempo, su ritmo. No podemos acelerarlo. O mejor, no deberíamos querer hacerlo. Una caricia, un abrazo es pausado por necesidad. Parece que el tiempo se detiene maravillosamente cuando eso sucede. Una buena historia también requiere su tiempo, su ritmo. Contar y escuchar buenas historias es un placer completo para la mente y el cuerpo, si es que esa diferencia existe. Y me refiero aquí a las buenas historias, esas que todos tenemos en algún rincón de nuestra cabeza, de nuestra biografía. Esas historias a las que vale la pena dedicar tiempo, permitir su ritmo.
No se trata de enumerar datos. Se trata de saborear historias, que nos llevan a pensar, a aprender, a sentir. Porque sin sentir, la comunicación de cualquier historia aparece vacía. Algunas veces nos damos cuenta de ese vacío, y lo rellenamos con más comunicación, o mejor, con más aparente comunicación.
Sé que todo se ha vuelto más rápido, y muchas veces es para mejor. Pero no podemos prescindir de la tranquilidad, de la observación en la pausa, no deberíamos permitir que el tiempo pase sin saborearlo, sin compartirlo, sin pensar en él, en nosotros. Ese pensamiento que se da en la calma nos facilita dar sentido a lo que hacemos. O recuperarlo si lo hemos perdido.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.