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Publicado: 10 de Marzo de 2019
Un futuro del que hombres y mujeres formemos parte, en las esferas públicas y en las privadas. Donde las familias sigan siendo ese pilar fundamental que acoge a las personas, sus necesidades, sus preferencias, las de todos. Un futuro donde cuidar de uno mismo y de los demás sea lo normal. Donde los niños sean queridos y protegidos, donde no sean un estorbo con el que no sepamos qué hacer mientras ambos progenitores trabajan.
Un futuro donde esté resuelto el conflicto de la diferencia que existe entre el tiempo dedicado al trabajo y a las responsabilidades familiares. Hoy todavía parece que la única posibilidad de solución a ese conflicto pasa por sacrificar el desarrollo profesional de las mujeres.
Un futuro donde resulte raro escuchar “yo ayudo a mi mujer en casa”, como si él fuese un invitado sin obligación ninguna hacia ese hogar. Un futuro donde no existan hombres que se crean dueños de sus parejas. Ni mujeres que se sientan obligadas a esconderse en una existencia amedrentada, pendiente del humor de su marido para decir o no decir, opinar o no opinar ese día…siempre con miedo a sus reacciones.
Un futuro donde la familia sea un lugar cálido, no un lugar que agreda ni llegue al asesinato. Donde las parejas se cuiden sin pensar que cuidarse y tratarse bien es cosa de blandos o de tontos. Y donde el cuidado se construya entre los dos, no con la imposición de uno.
Muchos hombres y mujeres ya viven así. Afortunadamente hay motivos para el optimismo.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.