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Publicado: 6 de Octubre de 2019
Criar a los hijos con seguridad
es el objetivo. Establecer relaciones seguras al principio de la vida aporta
confianza en el hijo que lo recibe y genera un vínculo que pone los ladrillos
de la seguridad o la inseguridad de la persona que se está formando. A través
de este vínculo los peques aprenden cómo es el mundo, cómo son ellos y qué
pueden esperar. La calidad de este vínculo tiene repercusión en el desarrollo
del niño, creando daño o resiliencia.
Todos queremos hacerlo bien, pero no es fácil en condiciones de estrés. A las mil tareas diarias que debemos afrontar se une la inmensidad de las emociones que nos inundan con la llegada de un bebé a nuestra vida. Muchas veces se remueven en nuestro interior sensaciones y recuerdos sobre nuestra propia infancia. Evocamos cómo fuimos tratados, qué hicieron con nosotros.
Todas esas emociones crean en nosotros ideas, sentimientos, expectativas… que volcamos en el hijo que tenemos en nuestras manos. Y algunas veces sucede que no somos capaces de ver lo que nuestro hijo necesita, parece que no somos capaces de interpretar las señales que nos envía sobre cuales son sus necesidades… Y comienza la batalla, las dudas sobre mi capacidad como padre, sobre el niño que tengo delante. Dudas que llegan acompañadas de descalificaciones, situaciones difíciles y dolor.
Afortunadamente, se puede entrenar la capacidad de mirar de otra forma para cambiar la relación, para reparar el vínculo.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.