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Publicado: 5 de Junio de 2022
Cuando revivimos mentalmente los buenos momentos de nuestro pasado, la actividad neuronal es muy parecida a la que tuvimos en el momento recordado, es decir, experimentamos, casi con la misma intensidad, las emociones que en aquel entonces sentimos. Al ser gratificantes, el cerebro reacciona activando el sistema de recompensa, envía señales para que se libere un neurotransmisor responsable de las sensaciones placenteras, la dopamina, esto nos hace sentir bien y aumenta la motivación.
El cerebro es así de potente, aunque algo no esté delante de ti, es capaz de activar los sentidos y la actividad neuronal de manera muy parecida a la que tuvimos en el momento recordado. Es como si reexperimentáramos ese momento.
La mayoría de nuestros recuerdos nos trasladan a la adolescencia y la juventud, la edad de las primeras experiencias: primeras citas, primeros besos, el primer trabajo, primera casa… primeros pasos. Acumulamos recuerdos de todo tipo en épocas de grandes cambios, y aunque la juventud es un periodo propicio para acumular recuerdos, puede suceder a cualquier edad.
Los recuerdos nostálgicos nos permiten viajar atrás en el tiempo, mirar hacia el futuro y afectar el cómo nos sentimos en el presente. También nos llevan a conectar con nosotros mismos a lo largo de la vida, así como con los demás. Añorar el pasado no solo no es malo, sino que puede convertir un mal día en uno bueno. Y, con suerte, crear un recuerdo mejor para el futuro.
He leído que el término japonés natsukashii designa la nostalgia feliz, ese momento en que el recuerdo hermoso regresa a la memoria y la llena de dulzura. La oportunidad de generar esos buenos recuerdos la tienes hoy.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.