/photos/449/449316975/da8d3d400e324b2e96b9aa54e47dd141.jpg)
Publicado: 5 de Abril de 2020
Seguimos dando pasos en esta situación completamente nueva. Al principio, pensábamos que no nos perturbaría, que no sería grave. En pocos días, vimos que nuestra vida cambiaba. Cada uno reaccionábamos a nuestra manera, con la preocupación como telón de fondo. Algunos comprando muchísimo, otros quejándose también muchísimo, enfadándose con el mundo, limpiándolo todo, buscando toda la información posible sobre el virus y cómo controlarlo… El miedo tiene distintas formas de expresarse.
Después, tomamos conciencia de nuestra parte, acudiendo al trabajo o quedándonos en casa. Dejamos de consumir compulsivamente, productos o información. Y buscamos la manera de adaptarnos a los cambios, aportando lo mejor que tenemos y valorando, agradeciendo lo que aportan los demás. Nos sentimos parte de algo más grande que nosotros.
Algunos colectivos lo tienen más difícil. Qué decir de los sanitarios, los mayores que viven solos, los enfermos, los niños, o esas personas que se encuentran confinadas en casa y no tienen una buena relación de pareja o con los hijos.
Podemos sentir, algunas veces, impotencia o aislamiento, aburrimiento, incluso desánimo. Pero la fase de aceptación de la realidad, en la que nos encontramos ahora, puede más. Es momento de centrarnos en el aquí y ahora, vivir el día a día con expectativas realistas, practicando el autocuidado y dando lo mejor desde el sitio que nos toca a cada uno.
Cuando volvamos a la normalidad, algo dentro de nosotros habrá cambiado.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.