/photos/449/449316975/78ab741ebca24b28b1b5a8727af4df5e.jpg)
Publicado: 3 de Octubre de 2019
Todos nacemos con una disposición
genética para establecer apego con nuestros cuidadores fundamentales. Para emitir
conductas que nos permitan llamar la atención de esa figura, normalmente mamá o
papá, que nos cuida, que atiende nuestras necesidades y nos provee de afecto y
seguridad. Cuando un bebé siente hambre, llora y de esta manera consigue que su
cuidador(a) acuda a su lado y resuelva esa sensación incómoda.
El sistema de apego temprano está programado para motivar al niño a buscar proximidad, recurrir al progenitor en momentos de malestar para ser consolado y protegido. Algunos autores afirman que la figura de apego es un “lugar seguro”, desde el cual el bebé protegido explora el entorno y al cual puede volver cuando está cansado, agobiado o en peligro o necesidad.
El bebé busca seguridad y confort en la relación con la persona que le cuida. El apego es seguro si lo consigue, el apego es inseguro si no lo consigue.
¿Cómo cuidamos a nuestros peques? ¿de una manera constante, sensible, disponible? o ¿aleatoria, crítica, resignada?. ¿Cómo nos cuidaron a nosotros?
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.