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Publicado: 28 de Junio de 2020
Parece antinatural la muerte de un niño, un bebé siempre tiene que vivir. La muerte está lejana porque es cosa de la vejez y sin embargo llega. Abordar la muerte neonatal nos exige el reto de reconocer al hijo que se ha perdido y ser testigos de la herida que produce en sus madres y padres.
Un hijo muerto en etapa perinatal es aterrador y genera un silencio enorme entorno a esa situación. Eres muy vulnerable en ese momento. “Yo no sé qué se hace cuando se te muere un bebé. Yo no sé qué sentir. Yo no sé qué puedo preguntar. Y miro a las personas de mi alrededor, necesito a mi familia.
Cada uno de nuestros hijos tiene un lugar en nuestra familia. La muerte del hijo, da igual su edad, es un suceso trascendental, siempre. No conozco a nadie que haya olvidado cuántos hijos gestó.
Se caen mis creencias. Lo que yo pensaba de lo que es un ciclo vital normal. Afecta a la familia, a toda la familia y a largo plazo. A veces cinco años después, diez años después, uno se ve inmerso en esa sensación de duelo. Ese duelo del que no se habla, que casi no se permite, porque debo pasar página. Pero está ahí conmigo.
“Una vez tuvimos un deseo que se hizo presente en mi cuerpo. Una vez soñamos una risa y acariciamos un futuro contigo ... Te tuvimos en nuestro deseo, en nuestro sueño, en nuestro futuro. Siempre te tendremos en el recuerdo”
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.